«Voy directamente a la casa
familiar y llamo. Una jovencita casi adulta acude a abrir la puerta. Aún tengo
la sensación de que su rostro, sus ojos, su largo cabello, su pecho redondeado,
su esbelta figura… que todo ello, en aquel abrir y cerrar de ojos, en aquella
única apertura, se grabó en mi mente como en la placa de un fotógrafo.
―¡Oh, buenos días! ―exclama y me tiende alegre
su mano. Tengo la necesidad de convencerme a mí mismo de que la diferencia de
edad no es, después de todo, tan grande. Como mucho quince años, calculo al
instante mientras la sigo hasta el salón. Se gira en la puerta y me dirige una
mirada. Es como si esos gestos y movimientos se produjeran en mí, y mi sangre
sacuden. Me enamoro de ella al instante. Con el sentimiento tenaz de un hombre
maduro que lo ha experimentado todo, quedo prendando de ella. En ella parece
existir todo lo que antes, en vano, he buscado. No puedo definir mi afecto.
Simplemente, es como es. Ha penetrado en mi sangre al primer trago, como un
vino poderoso, en cada glóbulo y vena, rejuveneciendo y brindando fuerza.»
[#lecturasquesuman:
Lecturas de 12, es decir, las que te invitan a subrayarlas con un lápiz.]