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lunes, 22 de abril de 2019

Naturaleza sin pausa


La naturaleza sin pausa, ajena a todo. 
El gran espectáculo para los ojos que saben mirar. 
#naturalezasinpausa 



Una foto para el lunes de Pascua. 
Un abrazo a tod@s. 
© Alberto Fil

miércoles, 3 de abril de 2019

LAS MUDAS



«Porque la naturaleza será mi anclaje. 
Y nadie me hará daño.» 
—Robert W. Service—



Con tres días seguidos alojados en el Bombay Peggy’s advertimos como nuestras existencia necesitaba ya de la calma de un lugar sosegado a poder ser con cortinas opacas en las ventanas y sin ajetreo cuando anochece sin anochecer y la noche cae sin caer. Pensamos que la mejor opción era la pensión que acababan de abrir nuestros amigos Ben y Susan situada en la confluencia del río Yukon y Klondike y que resultaba ser un lugar formidable para tal fin. Alquilamos una de las habitaciones de su Bed and Breakfast, porque era lo idóneo para nosotros y también lo correcto, justo y respetuoso hacia ellos. Ben y Susan, nuestros amigos queridos de Yukon, estaban de estreno después de tres años de obras. Acababan de inaugurar un Bed and Breakfast en Dawson City después de haber reformado una vieja casa en la que como en todos los edificios del lugar el permafrost había causado estragos en la construcción. De modo que desde hacía unas semanas su domicilio familiar era también una pequeña pensión de tres dormitorios con una salita de estar en cada uno en la que servían los desayunos. En esa primavera, Ben y Susan, habían mudado dejando atrás una clase de vida por otra, convirtiéndose en hospederos, en la misma época en que los osos polares mudan su pelaje, reemplazando su abrigo blanco de invierno por el abrigo negro de verano mientras se dirigen desde el Ártico a las Montañas Rocosas de Canadá para pasar el verano en sus valles. Alberto y yo nos preguntamos: ¿si es inevitable la muda en cada uno de nosotros? ¿Si mudar es lo mejor que nos puede pasar? ¿Si todos en mayor o menor medida dejamos atrás algo cada vez que llega a nuestra vida una primavera? ¿Y si acaso hay algo sí somos capaces de identificarlo, ponerle nombre y nombrarlo en voz alta? ¿O si por el contrario, aunque llegue la primavera, no hay nada en nuestra existencia de lo que nos sea menester desprendernos para llegar al verano? Intentamos responder a esas cuestiones que habían surgido al cruzar la puerta de la nueva pensión y también hablamos, obviamente, de la muda de nuestros anfitriones, mientras nos instalábamos en la habitación Azafrán, la única para dos personas. Una estancia de tan bonita, sorprendente e inesperada por esos pagos. Era evidente que Ben y Susan habían hecho un enorme trabajo y también un gran esfuerzo en la reconversión del lugar. Recordamos cómo era el lugar antes de pasar ellos por allí y no podíamos no pensar que Ben y Susan a nuestros ojos tenían las hechuras de los héroes de la frontera. De hecho, eran héroes de la frontera. Habían dejado una vida moderna y convencional en Vancouver y se habían convertido de la noche a la mañana en unos aventureros, emulando consciente o inconscientemente a los antiguos pioneros. No les había llevado hasta Dawson City la fiebre del oro pero sí muy probablemente su fervor por Robert W. Service, el poeta, como quizás a nosotros nos había llevado hasta allí la naturaleza en su estado más libre y salvaje. Tras habernos instalado y frente a unas tazas de café tostado en el propio Yukon y unos panecillos de agujero de bala recién hechos, en la cocina del Bed and Breakfast, Ben y Susan dejaron de ser hospederos para ser simplemente Ben y Susan. Nuestros amigos. Los antiguos Ben y Susan. Nos reconfortó comprobar cómo sin esforzarse mucho podían volver a ser los mismos durante al menos una hora y alejar de su presente los quebraderos de cabeza propios de tener que sacar a flote, sí o sí, un negocio. Aun así observamos cómo se les tensaba el rostro cuando a sus oídos les llegaban los pasos de los otros huéspedes. Un huésped satisfecho es siempre dos huéspedes futuros. Creo que para ellos el único comentario relevante de la jornada o tal vez de todos los meses que habían quedado atrás fue el que hizo Alberto cuando les dijo abarcando con su mano toda la estancia y por ende toda la casa: «Esta es una de esas maravillas por las que vivir vale la pena. Buen trabajo». Al oír la opinión de mi marido, respiraron aliviados, fortalecidos, se miraron a los ojos y sonrieron, y no sonrieron ni de compromiso ni falsamente, lo hicieron de corazón. El trabajo había sido duro y más teniendo en cuenta que la obra la habían acometido ellos mismos, a mano, un día tras otro. Todo el proyecto resultaba brutal y en los ojos del otro era donde encontraban siempre el asidero y la paz. La opinión de Alberto, su parecer tenía el valor para Ben y Susan de la honestidad. Esa es la garantía de tratar y vivir con él.  Brindamos con un licor que Ben sacó de uno de los armarios, del que nos confesó que más valía no saber de qué estaba hecho. Brindamos por todo lo vivido, tanto lo bueno como lo malo, por las mudas y por lo que llega a nuestra vida gracias a ellas. Después nos dispusimos a preparar una barbacoa al estilo de Yukon, al estilo de los héroes de la frontera, para celebrar la amistad, el amor, la vida. Y, volvimos a brindar, por aquella tierra, por la vida libre y en plena naturaleza. «¡Para hacer de mi cuerpo un templo puro. En donde habito sereno. Para cuidar de las cosas que deben soportar lo sencillo, dulce y limpio. Para expulsar la envidia y el odio y la rabia. Para respirar sin alarma. Porque la naturaleza será mi anclaje. Y nadie me hará daño!», clamó a la noche sin luna, al sol de la noche, Susan.



Besos y abrazos a tod@s.
María Aixa Sanz

martes, 2 de abril de 2019

A Rolling Stone / Robert W. Service #hallazgos 🖊



There's sunshine in the heart of me,
My blood sings in the breeze;
The mountains are a part of me,
I'm fellow to the trees.
My golden youth I'm squandering,
Sun-libertine am I;
A-wandering, a-wandering,
Until the day I die.

I was once, I declare, a Stone-Age man,
And I roomed in the cool of a cave;
I have known, I will swear, in a new life-span,
The fret and the sweat of a slave:
For far over all that folks hold worth,
There lives and there leaps in me
A love of the lowly things of earth,
And a passion to be free.

To pitch my tent with no prosy plan,
To range and to change at will;
To mock at the mastership of man,
To seek Adventure's thrill.
Carefree to be, as a bird that sings;
To go my own sweet way;
To reck not at all what may befall,
But to live and to love each day.

To make my body a temple pure
Wherein I dwell serene;
To care for the things that shall endure,
The simple, sweet and clean.
To oust out envy and hate and rage,
To breathe with no alarm;
For Nature shall be my anchorage,
And none shall do me harm.

To shun all lures that debauch the soul,
The orgied rites of the rich;
To eat my crust as a rover must
With the rough-neck down in the ditch.
To trudge by his side whate'er betide;
To share his fire at night;
To call him friend to the long trail-end,
And to read his heart aright.

To scorn all strife, and to view all life
With the curious eyes of a child;
From the plangent sea to the prairie,
From the slum to the heart of the Wild.
From the red-rimmed star to the speck of sand,
From the vast to the greatly small;
For I know that the whole for good is planned,
And I want to see it all.

To see it all, the wide world-way,
From the fig-leaf belt to the Pole;
With never a one to say me nay,
And none to cramp my soul.
In belly-pinch I will pay the price,
But God! let me be free;
For once I know in the long ago,
They made a slave of me.

In a flannel shirt from earth's clean dirt,
Here, pal, is my calloused hand!
Oh, I love each day as a rover may,
Nor seek to understand.
To enjoy is good enough for me;
The gipsy of God am I;
Then here's a hail to each flaring dawn!
And here's a cheer to the night that's gone!
And may I go a-roaming on
Until the day I die!

Then every star shall sing to me
Its song of liberty;
And every morn shall bring to me
Its mandate to be free.
In every throbbing vein of me
I'll feel the vast Earth-call;
O body, heart and brain of me
Praise Him who made it all!


Robert William Service—
Rhymes of a Rolling Stone (1912)
Dawson City [Yukon - Canadá]
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Naturaleza sin pausa


La naturaleza sin pausa, ajena a todo. 
El gran espectáculo para los ojos que saben mirar. 
#naturalezasinpausa 



Una foto para el primer martes de abril. 
Un abrazo a tod@s. 
© Alberto Fil