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viernes, 21 de septiembre de 2018

LOS DÍAS DE AYER #DiaMundialDelAlzheimer



Ella está sentada en una esquina del salón, la han dejado allí junto a la ventana para que mire al exterior. Está sentada en una esquina, sola, como un mueble obsoleto o un estorbo. ¿Cuándo se rompió su vida? ¿Cuándo se rompió su memoria? Nadie la escucha puesto que para todos, sus frases, no son coherentes. Ella sólo habla de los días de ayer. Todavía conserva en su rostro la mirada dulce de la niña que fue, la piel de la cara se mantiene tersa, pura, suave, en cambio la piel de sus manos y de sus brazos se ha convertido en algo tan frágil como un papiro guardado en la Biblioteca de Alejandría. Dicen que no habla, pero no es cierto, dicen que habla sola o que le habla al aire y no es cierto: ella le habla a algún ser de su pasado alojado en su memoria, esa que ha olvidado el presente y se ha refugiado en los días de ayer. Ella está más a gusto, agazapada en la realidad que no partió, en esa realidad que se quedó inmaculada y detenida entre su infancia y su última juventud madura. Ella, habla de cómo corría por las calles de polvo, de cómo bebía del agua fresca que discurría por el arroyo del bosque, ella habla de lobos y de príncipes pastores, de almas muertas y de niños con las rodillas destrozadas, de hambre, de leche en polvo, de escasas onzas de chocolate, de lazos en el cabello, de muñecas de cartón, de veranos de trasiego... Dicen que no habla y no es cierto, su memoria ha escogido su tiempo, puesto que tal vez no le gustaba lo que estaban viendo sus ojos o tal vez porque para que siga existiendo el mundo, algunos seres deben dejar de recordar los días de hoy, para dejar espacio a sus primeros recuerdos. Quizás el Universo sólo tiene una capacidad limitada de memoria, y por ello, es ley de vida o indispensable que haya gente como ella que olvide, tal vez, en el Universo se inventaron los libros donde se escriben y se cuentan historias con ese mismo fin: el de dejar memoria libre, para que el resto, pueda seguir con sus vidas y pensar que el Alzheimer es una enfermedad caprichosa. Pero ella, sigue siendo la mujer de siempre: suave, ligera como el algodón, ella no es un estorbo, ella es una mujer a la que a veces se le enciende una luz en su cabecita y reconoce un rostro, recuerda un nombre, o formula una pregunta sincera y «coherente». Ella es la misma mujer de siempre, que quizás sólo le está haciendo un favor al Universo. ¿Quién sabe?



Besos y abrazos a tod@s.
María Aixa Sanz


*Nota:

A propósito del día de hoy, #DiaMundialDelAlzheimer , recupero este texto que escribí en marzo de 2009 y que se publicó en ocho revistas de España y Latinoamérica, entre ellas, también la revista de la Asociación Nacional del Alzheimer de España.