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lunes, 7 de agosto de 2023

LOS INQUIETOS / María Aixa Sanz



A los lectores de esta novela (más de 3.200 en los dos primeros meses)  os muestro mi agradecimiento por vuestra decisión de formar parte de LOS INQUIETOS. Vosotros habéis convertido en todavía más hermoso este proyecto. Agradezco enormemente también los no pocos comentarios y opiniones que me habéis hecho llegar. En ellos apuntáis que la historia de Neville os ha divertido y emocionado a partes iguales,  y que las treinta entregas os han entretenido lo suficiente para volver a repetir. Básicamente ese era el objetivo. Gracias mil. Gracias de corazón. 

Mi deseo para los futuros lectores de LOS INQUIETOS: disfrutad. Disfrutad muchísimo con Neville. Él lo vale y lo merece.


María Aixa Sanz. 

aixasanz.maria@gmail.com 


Para leer LOS INQUIETOS desde la entrada número 1, clica aquí



Sinopsis:


Neville acaba de jubilarse, tiene sus días perfectamente planificados. Sus jornadas transcurren plácidamente alrededor de una serie de tareas que conforman su rutina diaria. Esto es así hasta que el Universo decide que los días de paz y sosiego para Neville han terminado. Entonces lo aboca para su desesperación a toda una suerte de peripecias (ahí surge la comedia de enredos) con vecinos, desconocidos, viejos conocidos, antiguos amores y demás. Se verá, sin comerlo ni beberlo, en la tesitura de tener que resolver (cual héroe de andar por casa) distintas encrucijadas (una tras otra) o hacerse el longui. ¿Pero está en el carácter y en la forma de ser de Neville pasar de puntillas por los problemas que encuentra en su camino? ¿Es de los que prefieren mirar hacia otro lado o involucrarse?




Nota de la autora: 


He buscado que LOS INQUIETOS se sustentase en la risa, en la comicidad que provocan ciertos pasajes, en la profunda reflexión sobre lo que en realidad significa vivir e ir envejeciendo, y en el romanticismo y la pasión que apuntala a toda gran historia de amor. He querido plasmar en negro sobre blanco una dosis del teatro de la vida que todos protagonizamos y apostar por la sonrisa, la risa y la alegría. Mi idea siempre ha sido que LOS INQUIETOS fuese una novela feliz, de feliz lectura. ¿Lo habré logrado?


Para leer el prólogo y cómo se gestó la novela, clica aquí 

viernes, 4 de agosto de 2023

LOS INQUIETOS ~ 30

NEVILLE NO PODÍA ESTAR más satisfecho. Su plan para disfrutar de otro tipo de vacaciones, la manera en cómo había ejecutado el proyecto junto a Naipe y la sorpresa que le dio a Margaret resultó ser uno de sus mayores éxitos personales. En una de las muchas conversaciones que mantuvo durante los primeros días con Naipe, al descubrir que la muchacha había estudiado interiorismo le dio plenos poderes y carta blanca para encargarse de la vivienda. Ella trabajó duro para tener la casa lista para el mes de julio y consiguió tenerla mucho antes. Encontró en Neville no sólo a un buen cliente, también a un hombre encantador, y con las semanas a un amigo. Naipe no tardó en darse cuenta de que Neville no tenía ni idea sobre el estilo que deseaba para la casa. Tras visitarla juntos y comprobar que se podía vivir en ella sin problemas y que la cocina era amplia y luminosa (requisitos indispensables para el piloto); le presentó, no obstante, varias opciones de decoración porque pensó  que para inquilinos exigentes y de cierto poder adquisitivo (como supuso era Neville y su familia) necesitaba una buena puesta a punto sin entrar en reformas. Por suerte no le era menester, por ejemplo, tirar un muro, cambiar las  ventanas o pavimentar el suelo como ocurría a menudo. Y el enclave en el que estaba situada era de lo más romántico. Ni le faltaba nada, ni le sobraba nada. El entorno  natural tenía un colorido espectacular en el que predominaba el azul, el verde y el blanco.  Saltaba a la vista su belleza y a los sentidos su salubridad. Naipe estaba convencida de que podía mitigar todos los males hasta curarlos, recomponer corazones rotos y aliviar la pena de las almas. Comprobó que tanto la estructura, los baños, el tiro de las chimeneas, la cocina, los suelos, el tejado, las cañerías, la instalación eléctrica, la calefacción, las ventanas y contraventanas estaban en excelentes condiciones. Con una buena elección de color a la hora de pintar, muebles nuevos y electrodomésticos de última generación la casa resultaría confortable y moderna al uso. No obstante, advirtió a Neville que las vacaciones le resultarían en exceso caras al ser una casa en alquiler y no una inversión. “Debes tenerlo en cuenta, Neville”, le indicó Naipe. A su parecer era un despilfarro. “Comprémosla, entonces”, le contestó  Neville. “¿Estás seguro?”, le preguntó ella. “Sí. Por supuesto. Hagámoslo. Tal vez sea está la última locura que me permito hacer. Así que adelante. Sin miedo”, le respondió él, y añadió: “Y cuando sea nuestra, haz lo que tengas que hacer. Lo que sea con tal de que Margaret se enamore de ella y tenga ganas de cocinar en su cocina. Si conseguimos éso: la casa será parte importante de nuestra historia.” Y Naipe lo hizo. Compró la casa y la dejó vacía. Apartó de ella todo mueble y electrodoméstico sin lustre, anticuado e inútil. Neville volvió a visitarla estando vacía y le dio la impresión de que tenía más posibilidades de lo que aparentaba con tanto mueble roñoso y electrodoméstico pasado de moda. Lo que hizo que sus esperanzas aumentasen. Confiaba. La compra no había sido un despropósito. En las semanas siguientes: Naipe, eligió colores, alfombras, toallas, sábanas, muebles, objetos decorativos, electrodomésticos y utensilios de cocina. También media docena de manteles con sus servilletas a juego, cuatro vajillas, tres cuberterías y cinco cristalerías. Contrató una cuadrilla de pintores, a un albañil y dos peones, un equipo de mudanzas y uno de limpieza. Se instaló a vivir en una tienda de campaña en el salón de la casa del acantilado y supervisó su remodelación como si su vida fuese en ello. Llamó por teléfono unas cuantas veces a la revista ‘Decora con estilo' hasta que logró una entrevista con la redactora jefe. Fotografió el antes, el proceso y el después. Y se lo envió. Al recibir el material,  fueron los de la revista los que se acercaron a la casa y les hicieron un reportaje a las dos. A Neville no le disgustó que la casa apareciese en ‘Decora con estilo', sino lo vio como una oportunidad para que su deseo tuviese más probabilidades de materializarse. Y de ese modo, el día en que a Margaret le preguntase si deseaba tomarse en aquella casa unas vacaciones para descansar de las vacaciones, su respuesta sólo pudiese ser afirmativa. Un sí envuelto en un sincero y descomunal entusiasmo.  Verdaderamente  estaba maravillado con lo que Naipe había hecho. La besó en la frente, le dobló la cuantía de su salario y le hizo saber, mientras los fotógrafos de la revista fotografiaban la vivienda del derecho y del revés: “Si necesitas un inversor para montar tu propio estudio de interiorismo cuenta conmigo. Pondré el dinero y ni me asomaré por allí. Confío plenamente en ti. Tienes talento, ganas y eres responsable. Te mereces despegar sin ataduras". Naipe se quedó boquiabierta, luego empezó a dar saltos y a bailar contenta. Se abrazó a Neville. “Suéltame que los de la revista van a pensar que tenemos un affaire", le dijo riendo. “Imposible. Me gustan más  mayores ”, le soltó Naipe riéndose con él, no de él. A lo que Neville, le respondió: “Con un pie en la tumba.” “No exageres, Neville”, le recriminó la chica medio en broma, medio en serio. En el número de junio de ‘Decora con estilo' para deleite de los dos, la casa apareció nada más y nada menos que en portada. Naipe no cabía en sí de gozo y empezó a valorar seriamente la propuesta de Neville. Habló con el director de la agencia de alquileres y redujo su jornada a la mitad para dedicarle un número mayor de horas al interiorismo. Su teléfono comenzó  a sonar primero tímidamente, y con los días de manera constante. Llegó a un acuerdo con Neville y alquiló un pequeño local. Abrió su propio estudio. Algo que le parecía increíble cuando cerraba los ojos para dormir y tremendamente emocionante cuando los abría al despertar. Neville, por su parte, siguiendo con su plan: en los primeros días de junio, dejó un ejemplar de la revista tirado por su estudio (como quien no quiere la cosa) para que Margaret al recogerlo y protestar, viese la espectacular casa de la portada. Y sucedió. “¿Quién pudiera vivir en un lugar como este? ¿Cómo ha llegado esta revista aquí?“, oyó Neville que Margaret se preguntaba. “¿A qué te refieres?”, le contestó él. “A esta revista y a esta casa. ¿La has comprado tú?”, le dijo Margaret blandiendo la revista. “¿La casa? ¿Me preguntas si he comprado una casa?”, le respondió Neville, riéndose para sus adentros, divertido y contento como un crío en el patio de recreo. “No. ¡Por Dios! Te pregunto por la revista, no por la casa. Podrías atender un poco cuando te hablo", protestó Margaret desesperada. “Estaba en ese sobre. Junto al ejemplar de ‘7.000 RPM’. Tácticas publicitarias, supongo”, mintió Neville, señalando con el dedo hacia el escritorio donde se encontraba el sobre y la revista de coches. Increíblemente, la respuesta que improvisó para Margaret  fue tan convincente que ella se olvidó de él,  y se sentó en el sofá en silencio a hojear la revista. Neville la observó con detenimiento y supo que Margaret en los próximos días  soñaría con la casa. Estuvo a punto de decirle para que dejase de sufrir: “No sufras. Es tuya. La he comprado y decorado para ti.” Se imaginó la cara de incredulidad que pondría su esposa; sin embargo,  calló porque todavía no era el momento. Éste sería a su regreso de las vacaciones convencionales,  cuando  Margaret se quejase de lo cansada que estaba. Ese día  en concreto, en esa hora tan esperada para Neville, le haría la pregunta y si la respuesta era que sí: partirían unas horas después en mitad de la noche (Neville ya tenía un coche y un chófer contratados adrede) hacia un destino emocionante y secreto para que Margaret en persona viese la casa del acantilado (la casa con la que soñaba) con la luz del amanecer. Le envió un mensaje  de texto con el teléfono a Naipe: “El pez ha mordido el anzuelo. El ratón ha entrado en la ratonera. Todo perfecto. Todo de diez”.


FIN




LOS INQUIETOS 

© MARÍA AIXA SANZ, 2023

Acabas de leer LOS INQUIETOS en línea y en treinta entregas. 

miércoles, 2 de agosto de 2023

LOS INQUIETOS ~ 29

HUELE EL INTERIOR DE LA CASA a berenjenas rellenas, a patatas custodia, a dos tipos de arroces con marisco  y  a flan casero.  Todo recién hecho. Con la mezcolanza de aromas procedentes de la cocina se abre el apetito y te invita a abandonarlo todo y  sentarte a la mesa cuanto antes mejor.  Afuera, el exterior, huele a mar de verano, y resulta muy agradable estar en el inmenso porche. En él han colocado (a la derecha de las escaleras que lo divide) una enorme mesa con sillas para una veintena de personas, y  (a la izquierda) cuatro sofás mullidos para sentarse o tumbarse acompañados de mesitas auxiliares. Neville acaba de poner la mesa. Doce servicios. Son doce. Como los doce apóstoles. Está a punto de hacer sonar el gong que encontró en el trastero de la casa; y de esa manera, reclamar la atención de todo aquel que esté famélico en este mediodía. Los ve desde el porche. Ve a su tropa desperdigada. Unos toman el sol, los otros nadan, y otros caminan por los distintos senderos dejando que el mar del verano conquiste su nariz, y la brisa (de ese mismo mar) acaricie su piel. Hace sonar el gong y les presupone dándose la vuelta hacia la casa. Haciendo visera con la mano para verlo sonreír. Les imagina recogiendo sus pertenencias y enfilando alguno de los caminitos. Cuenta hasta diez. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete. Ocho. Nueve. Diez. Ve asomarse a pocos metros unas cabezas. Oye las primeras voces. Alguno de entre todos ellos canta, otro se ríe como si no hubiera un mañana. Neville sonríe. Margaret y él todavía  tienen el poder de reagruparlos en torno a la mesa. Saben que cuando están hambrientos, vuelven a ser chiquillos dóciles. Margaret cocina con alegría para sus tres hijos, sus parejas y amigos. Neville, por su parte, disfruta de la alegría de su esposa y de su familia bien avenida como un niño con un juguete nuevo. La casa que se encuentra alejada, apartada de todo, aislada tal como le pidió a Naipe y que puede parecer que está vacía, que nadie habita ni mora por sus estancias, que ni en sus camas ni se duerme ni se hace el amor, que en sus paredes no prenden los sueños, ni los suspiros, ni las voces cantando por lo bajini, en estos días está ocupada hasta la bandera. Por un par de semanas ellos le han dicho adiós a lo de vivir solos y a caminar si les apetece desnudos por su interior. A Neville la casa le resulta perfecta. A Margaret es la suma de la casa sobre el acantilado lo que le resulta perfecto. Al ver el conjunto frente a ella la idea de Neville le parece una genialidad. Piensa que jamás hubo dinero mejor empleado. Y ahora, en estos días, viendo lo felices que se encuentran sus hijos en el lugar,  cree que Neville no ha podido pensar una herencia más equilibrada y provechosa, un regalo mejor para ella. Al séptimo día de habitarla, caminando juntos de la mano por uno de los muchos senderos que la bordean, al contemplarla imponente delante de ellos, Neville le dijo a Margaret: “Igual es una locura, pero no pude resistir la tentación de comprarla para ti en primavera. Y eso que su interior no tenía  la pinta que tiene ahora." “¿Qué? ¿Te refieres a la casa? ¿Para mí? ¿En primavera?”, le preguntó  Margaret asustada, temblando de la emoción. “Sí. La casa es tuya. Cuando salió en la portada de la revista de decoración ya lo era", le confesó Neville. “Serás idiota, piloto. Pedazo de embaucador, ¿por qué me haces esto?”, le espetó Margaret llorando, ella que no lloraba nunca. Le dio un puñetazo en el antebrazo y seguidamente le besó. Neville le secó las lágrimas con los pulgares y la estrechó entre sus brazos. Ella dejó de temblar. Qué rara se había sentido. Desde que estaban en la casa tenía los sentimientos a flor de piel. Estaba como con la guardia baja. Porque ciertamente se sentía en su casa. No en la casa de todos, sino en la suya en particular. De alguna manera tenía la impresión de que había llegado a un lugar que la estaba esperando a saber desde cuándo. Enterarse de que su marido había propiciado el encuentro lo convertía todavía más en el héroe de su historia. Porque la realidad era que Margaret sin entender muy bien la razón desde que puso los pies en la casa del acantilado (aunque  sólo fuese de alquiler, como en un principio creía) se sintió extrañamente en paz, y pensó (por vez primera en su vida) que de tener que escoger un lugar determinado para envejecer, incluso para morir, sería en ella. Pensó en pedirle a Neville que la alquilase todos los años por varios meses en distintas épocas no sólo en verano. Ya que en lo más profundo sintió la urgente necesidad de habitarla cuando el afuera en el exterior fuese completamente distinto al azul del estío. No supo al recorrerla, si lo suyo con la casa había sido un amor a primera vista que se trasladó a la realidad desde el brillante papel de una publicación con una edición muy cuidada, o sólo se trataba de cómo la abrazó al conocerla en aquella mañana radiante de mediados de julio, pero comprendió que estaban hechas la una para la otra.  El caso es que se cayeron mutuamente bien. Tuvieron la sensación de que encajaban. 



LOS INQUIETOS 

© MARÍA AIXA SANZ, 2023

Estás leyendo LOS INQUIETOS en línea y por entregas.