“NO ALCANZA LA MEMORIA PARA LOS AÑOS QUE TIENE. No hablamos de una casa de lustros, ni de décadas. Hablamos de una casa centenaria. ¿Siglo y medio? ¿Acaso dos? A saber. Yo no lo sé. ¿Y vosotros lo sabéis? No hay forma de averiguarlo, porque el antiguo registro se quemó en un incendio, tras caer un rayo durante una fuerte tormenta. Pero si observamos las paredes, si pegamos la oreja en sus frías piedras, el lenguaje con el que nos hablan no es actual. Probadlo. Pegad las orejas en la pared. ¿Six, Colin, Ryan entendéis lo que os están diciendo? ¿No, verdad? Me figuro que hablan el idioma del primer marqués de Tratratra, que fue quien erigió en estos pagos la morada. Se dice de él que era furioso y trabajador, y que poseía una incontable fortuna. Baúles de oro por doquier. Bosques, viñedos, plantaciones de bananos a lo largo y ancho del mundo. Miles de cabezas de ganado atravesando pastos y un centenar de barcos surcando los mares los trescientos sesenta y cinco días del año. Lo que no se dice es que era feo a rabiar (podría haberle dado un susto al miedo), ni la clase de infortunio que debió padecer, porque de ninguno de sus cinco matrimonios obtuvo vástagos. Ningún chiquillo que corretease por Joly Nice House. Muy probablemente, no lo sé, confieso que no tengo la menor idea de quién fue. Igual vosotros, sí. Pero supongo que alguien de su entorno, puede un secretario, un ayuda de cámara, el mayordomo, o quizás el palafrenero que con gran osadía y astucia le metió en la cabeza la idea (como si fuese suya) de que la casa estuviese disponible para hospedar a niños huérfanos. Tal generosidad estaría muy bien vista, y Joly Nice House no languidecería aburrida, debió decirle. ¿Quién creéis que fue, quién tuvo tan magnífica idea? Me apena no saberlo con certeza, para de ese modo darle las gracias, rendirle honores. Sí, tienes razón Colin. Es de bien nacido, ser agradecido. La realidad, más allá de la persona que tuvo tan genial idea y del acierto del marqués de Tratratra de avenirse a ella, es que desde entonces en la casa siempre ha habido más de un niño sintiéndola como suya, puesto que en el ánimo de todos suya es. Jamás los niños (bienvenidos) han estado como huéspedes, sino que se les ha considerado como los hijos pródigos que vuelven después de muchas vicisitudes, de malentendidos, de sufrir lo indecible y de superar lamentables calamidades. Cierto Six, y después de llorar muchísimo. En la imaginación de todos, el hecho se trata como el afortunado regreso al hogar del que jamás se tendrían que haberse visto obligados a partir. Y tan a gusto estuvieron los primeros, tan grata fue la experiencia para todos, tanto cariño les tomó el marqués y ellos al marqués, que lo que en Joly Nice House hubiese espacio y fuese hogar para niños expósitos y huérfanos no sólo se convirtió en costumbre y tradición, también acabó siendo una norma no escrita que ninguno de los marqueses, ni marquesas posteriores se atrevió a quebrantar. ¿Que cuál era el nombre de los primeros? ¿Esa es tu pregunta, Colin? ¿Me preguntas si lo sé? Sí. Por supuesto, lo sé. Ese dato, lo conozco. Fueron tres los primeros en instalarse. Dos niñas y un niño, al contrario que vosotros, y a diferencia vuestra no eran hermanos. De hecho, no se conocían de nada cuando llegaron aquí. Sus nombres eran: Willa, Lilly y Cedric. ¿Sabéis la razón por la que han perdurado esos nombres y esas personitas en la memoria de todos? No. Cierto. No podéis saberlo, pues nunca antes os ha sido narrada esta historia. No os preocupéis, yo os la cuento inmediatamente. Pero antes, mirad a Baltasara, advertid lo mucho que le gusta oír historias. Más que otra cosa en el mundo; de preferir, prefiere una buena historia y la compañía de un buen narrador o de un entretenido cuentacuentos. Ajá, Six. No te equivocas: le gusta acomodarse en una postura muy concreta para escuchar. Y ahora continuemos. Retomo el hilo. Cuando Willa, Lilly y Cedric crecieron lo suficiente para salir de los aposentos de Joly Nice House al mundo, para conquistar sus propias ambiciones, y de algún modo abandonaron la casa, Willa y Cedric se reencontraron. Ambos habían optado por ser boticarios, y entre ellos se consolidó una historia de amor verdadero, que muy probablemente nació años atrás entre estas paredes. Enamorados y con la intención de contraer matrimonio, regresaron para anunciar a todos y sobre todo al marqués la noticia. El marqués que se emocionaba con facilidad en aquella época pues ya peinaba varias decenas de miles de canas, se puso contentísimo y se empeñó en celebrar una gran boda. Al fin y al cabo, eran dos de los tres hijos postizos que el universo había tenido a bien darle, en vez de los propios. Celebraron una boda cuyo banquete duró varios días y varias noches. El marqués invitó a todo quisqui. A Joly Nice House arribaron convidados de todas partes del orbe, también de las aldeas cercanas. Franquearon las puertas y conocieron la casa personas que ni en sus mejores sueños habían albergado semejante posibilidad. Se comió, bebió y bailó hasta no poder más; y al acabar, cuando el último de los invitados marchó, y Willa y Cedric regresaron a sus rutinas lejos del marqués como esposos, éste sintió una pena igual de honda como de inmensa, que lo hubiese tenido desconsolado durante semanas, a no ser porque con motivo de la boda también había vuelto a casa Lilly. De los tres, era la que se había alejado más de estos parajes. Lilly se convirtió en una reputada astrónoma cuya opinión el marqués tenía en verdadera estima, y a su regreso se veía a la legua como era su favorita. Sin embargo, en ella no había un poso de mezquindad. Era bondadosa y generosa. Fe de ello da la sugerencia que le hizo por aquel entonces al marqués. Lilly le susurró algo al oído, que provocó que sus ojos se iluminasen con un brillo especial que no le abandonó hasta su muerte. Sí, claro que os lo voy a contar Colin. No te impacientes. Pues no es ningún secreto, y si lo fue por un tiempo, cuando fue revelado se entendió que era de los valiosos; puesto que gracias a él, en la actualidad, estamos todos nosotros aquí. Lilly al primer marqués de Tratratra le hizo la sugerencia vestida de consejo, de que a falta de hijos propios, para que no se dispersase, malograse o malvendiese la herencia, toda su labor de años, y la maravillosa costumbre de acoger a niños en Joly Nice House, incluso la propia casa: a su fallecimiento, fuese todo a parar al primer hijo (de igual manera varón que hembra) de Willa y Cedric. El marqués acogió la idea de tan buen grado, que con entusiasmo, cuando Willa y Cedric tuvieron a su primer retoño (la pequeña Grace) le otorgó el título de marquesa de Tratratra; y con el título, la herencia, la gestión del incontable patrimonio, las responsabilidades y el orgullo de pertenecer a Joly Nice House. La marquesa Grace, fue una magnífica marquesa que con presteza consiguió agrandar la fortuna del primer marqués de Tratratra, y que (obviamente) siguió con la tradición de los niños correteando por Joly Nice House. Y de esa manera, siguieron todos (un marqués detrás de otro) hasta llegar al actual, el último marqués de Tratratra: Sir Killian Leonard Percibal Medad.
LOS DESPOSEÍDOS. Cuento de Navidad.
© MARÍA AIXA SANZ, 2023
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