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lunes, 10 de febrero de 2020

RECIBIR UNA CARTA. DISPARATES




Berlín,  10 de febrero de 2020


Eres de naturaleza generosa, por ello, no le pidas peras al olmo. No. No. No. Eres de la misma manera generosa como eres escritora, jamás vas a poder desprenderte ni de lo uno ni de lo otro, querida mía, y de la misma forma en que cuando me escribes aunque sea unas líneas éstas no pertenecen a alguien que no ama las palabras, no son de alguien que no posee sin buscarlas la calidez y la calidad literaria, en tu trato con los demás jamás habrá ni por asomo un ápice de egoísmo porque amas demasiado la vida y celebrarla, y respetas siempre al otro. Así que no me vengas con disparates, contándome que quieres aprender a ser egoísta. Sé que estás de malhumor en las horas de la noche debido a que tu lesión de rodilla te impide vivir las jornadas a tu libre albedrío, sé que ese malhumor te pasaría si yo estuviese acostado a tu lado, sé que cuando te acuestas me maldices por no estar, luego te calmas y me escribes a las dos y media o a las cuatro de la madrugada; y cuando lo haces no hay rabia ni egoísmo ni textos sin ton ni son desestructurados; hay amor, generosidad, respeto por mí y por la narración de lo que me cuentas, calidez y calidad literaria y si hay eso, es porque tú eres así. Durante el día no existe la hora en que no estás sola, entonces todo es harina de otro costal, y las horas te resultan más llevaderas, incluso mi ausencia; tienes la casa abierta y aun arrastras preparas barbacoas para tus amigos, comidas para los otros y para ti, y tu gran mesa con el mantel puesto siempre está dispuesta y disponible para seguir celebrando la vida, y lo haces, sin dejarte nada para mañana, con tu semblante sonrosado y sonriente y tu mirada agradecida. Eres de tener la despensa y la nevera llena y gente a tu alrededor. Así eres tú. De modo que siento decepcionarte al anunciarte que jamás serás quien hoy no eres, querida mía. El fin de semana que viene como bien sabes estaré en Múnich, pero en pasar, volaré hacia ti y estaré a tu lado hasta la Berlinale,  y sé que aunque sea por unos pocos días te haré reír tanto, estarás tan a gusto entre mis brazos que dejarás de decir tonterías. Sabes que por verte reír soy capaz de desafiar al mismísimo dragón y si siempre me he considerado un hombre de corazón caliente y espada fría es hora de demostrarlo. Hubo una vez en que el desamparo se instaló en mis días, aún recuerdo la tristeza de aquel tiempo, la tengo presente puesto que nunca he conseguido librarme del todo, ya que se arraigó en mis huesos. Por eso no voy a tolerar que conozcas en ti la tristeza debida al desamparo. Estoy dispuesto a matar por ti y a morir por ti. ¡Por ti el mundo!, pues eres tú y sólo tú, quien me borra las malas horas con sólo estar en mi vida, eres tú y sólo tú, quien me ha mostrado que mi existencia es un lienzo en blanco y que soy libre de pintarlo con todos los colores, no sólo con grises, marrones y negros. Pero, francamente,  querida mía, para pintarlo hay que tener ganas y en resumidas cuentas,  mis ganas y mi energía dependen totalmente de ti y de tu bienestar. De modo que más pronto que tarde me lanzaré sobre ti y tendrás que explicarme mirándome a los ojos qué es eso de aprender a ser egoísta. Tienes ya una edad para ciertos dislates. Cachis, ¿acaso no te das cuenta de que tu forma de ser es el tesoro de los otros, el mío propio? Te envío, querida mía, la presente y reservo billete. Y como he aprendido de tu admirado Wendell Berry, te digo: acepta el presente por lo que es. Permítele ser suficiente.


El berlinés.