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martes, 16 de mayo de 2017

EL MÁS FASCINANTE DE LOS VIAJES


«Entre la multitud de hombres y mujeres
percibo que alguien me escoge
gracias a signos secretos y divinos.»
—Walt Whitman—


En este oficio de contar historias de nada sirve la inspiración si no va de la mano del talento y de la disciplina. No te sientas a la sombra de una palmera a verlas venir. No. Pensar eso es no saber de qué va todo esto. Cada día te instalas delante de la página en blanco y los días de mayor fortuna pues escribes más y los días de menos, pues menos. Escribir es un oficio que requiere de muchísima disciplina, paciencia, contención y trabajo, como también de una gran imaginación y de una buena dosis de conocimiento del alma humana para poder empatizar y manejarse con todo tipo de personajes, y de ese modo, ir resolviendo las distintas situaciones que estos te plantean. Escribir es el arte de crear mundos, y evidentemente, los años de oficio te llevan a hacerlo con mayor soltura. El oficio da oficio. Contar una historia en mi caso siempre es tirar del hilo después de preguntarme qué hay detrás de un título que me ha venido a la mente tan inesperadamente como un invitado sorpresa o tras haber contemplado una fotografía. Sí que es inevitable en ese punto, en el lugar donde nace la historia, al principio de la narración, preguntarte: ¿Cómo llega una historia a ti? ¿Te elige la historia a ti o tú la eliges a ella? Ese hecho para mí es el más misterioso del acto de escribir. 
Soy de pensar que es la historia quien elige ser contada por alguien en concreto, por un contador de historias en especial en vez de por otro. No obstante, cómo no, también doy por buena la otra opción, faltaría más, la de que un autor decide escribir sobre un tema tras documentarse sobre él. No es mi caso. Nunca ha sido ese mi caso. Pero hay autores cuyo trabajo se debe a un interés obstinado en escribir sobre un tema en concreto y no a dejarse conducir por las leyes del Universo que te llevan de viaje por derroteros tan impensables como apasionantes y cuya recompensa es mayor al partir desde cero. Aunque quizás por debajo de la decisión inflexible de esos autores de limitarse a escribir sobre algo específico, también y muy probablemente y sin ser conscientes de ello, fluctúan las mismas leyes que rigen mi vida como literata. Vete tú a saber. Sea como sea, estén planificadas o no, bienvenidas son todas las historias. Sin embargo, sí que puedo decir, puesto que eso sí que lo sé, que el mayor de los privilegios es que el Universo te elija a ti para contar una historia, que te conviertas en su voz, en el contador; y que esa decisión, se escape de tus manos es algo realmente extraordinario. Por ello, hoy estoy aquí. Y si en esta hora me he detenido en escribir sobre este tema, es porque se ha plantado con los pies bien firmes en el suelo delante de mí el reto, el desafío, la propuesta de una editorial californiana de tener que escribir la historia, con un número exacto de palabras y un título determinado de seis hermosas ilustraciones ya dibujadas. Eso sí, ella, la historia, a mi libre imaginación y hacer queda. Me proponen contar la historia de esas ilustraciones. Me indican que a través de ellas busque y encuentre el hilo del que tirar. De nuevo y casi de la misma forma se presenta ante mí la posibilidad de tirar del hilo. ¿Y cómo, lectores míos, resistirme a la propuesta? Si siempre he sido de carácter aventurero e intrépido y soy desde niña una contadora de historias. 
Así que me dispongo a ello, entre otras muchas cosas. De manera, que si lo tenéis a bien, deseadme la mayor de las suertes para el viaje que debo comenzar, pues contar una historia no deja de ser el más fascinante de los viajes que puede acometer el ser humano. 


Besos y abrazos a tod@s.
María Aixa Sanz