.

viernes, 2 de junio de 2023

LOS INQUIETOS ~ 3

Allí desde hacía poco más de un año escribía sus memorias como piloto de automóviles. Dieciocho o diecinueve meses antes una editorial había contactado con él para que registrase en negro sobre blanco sus carreras. Debía contar su experiencia en las 500 Millas de Indianápolis, las 24 Horas de Le Mans, las 24 Horas de Daytona, las 12 Horas de Sebring, y el París – Dakar. No era escritor. Nunca lo había sido, ni tenía intención de serlo. En esos meses, en ese año largo, en ese tiempo como mucho le había cogido el tranquillo a pasar a limpio sus recuerdos. Cuando aceptó el encargo de la editorial tras no pensárselo mucho, le asignaron un editor: Roy Stirling. Un joven risueño de cabello despeinado como si en todo momento acabase de sacarse un jersey por la cabeza; que para su sorpresa, sentía por el automovilismo y sus leyendas un fervor parecido al que él sintió en su día. Sin saber la razón congeniaron desde el minuto uno. Roy le sugirió a Neville que grabase audios con lo que iba recordando y luego los pasase a limpio en un cuaderno. Y es lo que hacía. Después (cada pocas semanas) se reunían alrededor de una mesa de un restaurant. Neville le entregaba el cuaderno, y Roy lo leía seriamente delante de él. Le hacía preguntas. Aclaraban dudas. Se podría decir que trabajaban mano a mano en el texto, pero no. Neville que no era ni un falso ni un falsario reconocía que era Roy quien daba forma a sus recuerdos convirtiéndolos en una narración entretenida, en una historia. No le había confesado a nadie en todo un año que después de salir de sus reuniones con Roy sentía unas enormes ganas de renunciar a la farsa que era como secretamente llamaba al proyecto; y si en el último momento no lo hacía era más que nada por no decepcionar al muchacho. De sobra sabía que él podía dedicar sus horas a tareas más gratificantes, porque tanto recordar a veces le provocaba dolor. Se encontraba a sí mismo en la carcajada como en la lágrima. Transitando de la una a la otra. Al hacer inventario de toda una vida uno era todavía más consciente de hasta que punto existir es extraño. Día tras día en su escritorio era testigo de como no sólo a él, sino a todo el mundo la vida instintivamente le lleva del dolor a la alegría, de la tragedia a la gratitud, de la muerte a la vida y de la vida a la muerte. Vivir nos enseña que la vida jamás se detiene, ni en lo bueno, ni en lo malo. Nos va destrozando mientras Dios nos cubre de bendiciones y de amor. Por ellas, lo que sea menester, pensaba Neville. Una tarde de principios de agosto, quizás enfadado, puede que lleno de rabia, en uno de sus cuadernos escribió: “Qué nos desgarre la vida, qué nos arranque la piel a tiras hasta llegar a viejos cuando no sirvamos ni como relleno del pavo de Acción de Gracias. Lo que sea, con tal de no morir jóvenes dejando un bonito cadáver. Eso sí que es una faena, y no, las cicatrices en el cuerpo y en el corazón por el coste de vivir.” Un párrafo que recibió el aplauso de Roy Stirling. Si bien, Neville pensó que era demasiado joven para entender su real peso, lo desgarrador que había en él, la renuncia. La muchísima renuncia. Hacerse viejo no viene a ser algo muy distinto a ir renunciando a todo lo que has amado durante años y años. No es muy diferente a ir diciendo adiós y aun así seguir adelante con coraje. Hacerse viejo es la más larga de las despedidas. 



LOS INQUIETOS 

© MARÍA AIXA SANZ, 2023

Estás leyendo LOS INQUIETOS en línea y por entregas.