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lunes, 1 de febrero de 2021

1 de Febrero ~ Diario Natural 🌳🍃🍀🌾


Si enero es un mes abierto, extrovertido y simpático con el trajinar de nuestras gentes, en el que decenas de cosas ocurren y en el que tenemos la sensación por su aparente mayor extensión de ser capaces de vivir mil vidas, mudar de pieles y de estadios; si la mayor parte de sus días todavía oímos el cascabeleo del trineo de Santa dentro de nosotros y en las huellas que dejamos en el camino hay sonrisas y deseos es porque enero es la puerta que nos conduce de un año a otro, es porque es el mes del año donde hacemos más acopio de esperanza y voluntad. Y si esto es así, y lo es, bien podríamos pensar y creer porque también es cierto que febrero (más allá de por su reducido tamaño) es cueva, en vez de puerta, puesto que es el mes de la introversión y de la introspección, de la conciencia, meditación y reflexión, a tal fin y en consecuencia resulta ser el más provechoso de todos los meses para nuestro bienestar emocional y espiritual, donde empujados desde el exterior al interior por la climatología, al abrigo de nuestros hogares y retrepados dulcemente frente a la chimenea pensamos y repensamos (muy lejos ya de toda burbuja de champán y algarabía popular) cuánto de posible tiene la esperanza que hemos aglutinado durante el enero en nuestra despensa del ánimo y del corazón, cuán firme y poco voluble será la voluntad que a lo largo del primer mes se ha instalado en fila india en nuestras capacidades y en nuestro cuerpo; y de esas cavilaciones unas veces más conscientes que otras, pero siempre impresionantemente lúcidas sale la entidad y el discurrir de nuestras intenciones verdaderas para el año en sí. Es en febrero donde en buena manera perfilamos y mentalmente escribimos el mandato para nosotros mismos. Asentados en febrero valoramos una, dos, tres, cuatro veces todo, y, al amparo de nuestra sabiduría, de lo que a nuestra conciencia está bien y está mal, dictamos con voz queda pero definitiva (porque han obtenido principalmente el consentimiento de nuestro corazón) las disposiciones que realmente vamos a cumplir. La tarde cae mientras escribo estas reflexiones en el diario natural. El cielo esta noche se cubrirá de estrellas que acompañarán a la luna. A esta hora el trino de los pájaros que van a alimentarse en el comedero de madera (colocado adrede en el viejo árbol de enfrente del porche) hace que me detenga y abandone momentáneamente la tarea que estoy realizando para buscarlos con la mirada. En este instante levanto la vista, dejo de escribir, me reclino sobre el respaldo de la silla, miro al frente, les admiro, pienso que son los seres más espirituales que existen y que conectan a la perfección con el corazón, la sonrisa y el estado de ánimo de las personas. Me gusta pensar que son los enviados de Dios en la Tierra y que ajenos a todo cuidan de la gente de buena fe. 《Bobadas》, diría un cazador furtivo. 《Convencimiento》, de contestarle, le respondería yo. Sigo contemplándolos en su divertimento, alimentándose antes de desaparecer en la noche. 《¿Con qué tierra soñáis al dormir?》, les pregunto a través del cristal. Miro de nuevo al folio, al texto escrito. Cierro los ojos, me escuecen, me pican, los abro de nuevo, los pensamientos corren hasta la punta de mis dedos sin dificultad como un río que sabe adonde va. Escribo:《¿Cómo de cálido es el latido de vuestro corazón en febrero? 》《¿Acaso si lo escucháis, en este mes lo oís más sincero como les sucede a los humanos?》No hay respuesta, ventanal de por medio. Aun así sé que un día (cuando llegue el momento adecuado) me responderán. Sé que siempre están cuando se les necesita. Mil pruebas existen de ello. 


María Aixa Sanz 

(La Madriguera, 1 de Febrero de 2021)