.

martes, 3 de marzo de 2020

EN RETIRADA



《A todo hombre le sigue una sombra, 
que es su muerte: oscura, silenciosa, sin rasgos. 
para cada hombre hay un lugar 
en el que esa sombra se revela y se convierte en su reflejo, 
donde la tierra se hace espejo de su rostro. 
Ve su origen y su destino, 
le resultan aceptables. 
Empieza a caminar detrás de aquello que le persiguió. 
El acoso del camino se torna compañía. 
Este es el mito de mi búsqueda y mi regreso.》
[Wendell Berry]



Siempre que puedo viajo al atardecer, cuando el día va retirándose. En ese intervalo que va desde que el sol incendia los cielos hasta que la noche cae me siento cómoda. En el atardecer, en ese milagro que como el amanecer es, en esa cápsula de tiempo nunca es largo el trayecto y siempre el destino está demasiado cerca. Quiero para mí  amplias e infinitas carreteras , kilómetros  y kilómetros, el silencio en la noche y ese perseguir el horizonte como si nada más importase. Y es que en realidad nada más importa cuando uno es protagonista de su historia.  El día en que sufrí el accidente, de camino al hospital, me pregunté:  ¿cuán de protagonista había sido de mi propia existencia?,  ¿qué había hecho que tornarse mi vida en algo relevante como individuo de lo que sentirme orgullosa? “Escribir mis novelas, escribir, ser escritora. Ser la protagonista de mi historia. Tener siempre algo que contar en primera persona”, me respondí. Para seguidamente pensar que la existencia más irrisoria es loable en cuanto uno decide ser el actor principal de la función que es vivir. Asumí de una vez por todas que me irritan sobremanera las personas que nunca tienen nada que contar salvo lo que les pasa a los otros y que no son pasajeras las ganas de cogerles por las solapas y decirles mirándoles a los ojos que no me cuenten nada que no hayan vivido en sus propias carnes. Entendí la razón por la que cierta clase de gente me conduce a un estado de total indiferencia y supe que siempre preferiré a alguien que me narre con pasión como aliña una ensalada a alguien que te cuenta u opina cómo los otros conquistan su día a día o el mundo. Comprendí que sólo me resultan interesantes los seres que viven y sienten en primera persona; y cuán absurdos y ridículos me parecen siempre los figurantes, tal alejados ellos de la cultura del mérito, esfuerzo y trabajo, tan deshonestos en el fondo, en la forma y en sus hechuras. ¿Qué es lo que hizo que en unos minutos tuviese esos pensamientos? ¿Fue verme en el límite, el accidente en sí, la claridad mental de ser muy consciente del terrible momento que estaba viviendo, o, el sentirme vieja y cansada como jamás me había sentido? Llevo desde ese día sintiéndome la mayor parte del tiempo de ese modo, vieja y cansada, cuando me noto así, sólo me consuela saber que soy todo lo que soñé ser,  que la mayor parte de las batallas de mi existencia ya las he librado, y que el arsenal de primeras veces está más bien vacío. Me reconforta saber que he vivido. Paradójicamente junto a ese agotamiento crecen en mí unas ganas inmensas de seguir viviendo, eso sí, mezclándome y perdiéndome definitivamente en la naturaleza, en la esencia misma de la vida al natural, en lo genuino, en la  pureza, y hacerlo con los pies desnudos bien firmes en el suelo, con conocimiento de causa; lejos de todo absurdo y de modos de vida impostados y afectados. Lógico es, pues, desear quedarme a vivir en lo más puro, en los atardeceres y en los amaneceres del planeta, con la mirada limpia siempre en el horizonte.  



Besos y abrazos a tod@s.
María Aixa Sanz