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sábado, 29 de abril de 2017

MIGAS DE PAN



«Mis palabras no evocan las propiedades 
singulares de las cosas, hablan de la vida 
no catalogada, de la libertad del misterio.»
―Walt Whitman―


Me gusta pensar que la existencia es un total descubrimiento. Es más, lo creo. La vida está llena de migas de pan que forman caminitos y te llevan a verdaderos hallazgos. Están ahí esparcidas por todas partes, medio ocultas, para ser halladas por los seres que no se quedan de brazos cruzados, para los seres que no se conforman, para quien la curiosidad es una especie de motor que no les permite quedarse quietos, para los que estar constantemente aprendiendo es una necesidad. Quien encuentra su rastro es porque le ilusiona tanto buscarlas como hallarlas y una vez localizadas desea dedicar parte de su tiempo a tirar del hilo del hallazgo que acaba de realizar. La vida, lectores míos, está plagada de migas de pan. Y cuando alguien es un auténtico buscador las encuentra. Entonces, cuando se produce el encuentro, si el descubrimiento es bueno te embarga la potente emoción que es sentirte dichoso; como también se revela ante ti el comprobar que en esa hora eres el ser más afortunado del planeta; además, notas los sentimientos a flor de piel por la magnitud de lo hallado, pues hay descubrimientos que te calan hasta lo más hondo, como si una tormenta tropezase contigo en mitad de la nada sin tú tener un lugar en el que poder resguardarte. En mi, la mayoría de estos descubrimientos atienden al ámbito de lo literario, del oficio, o de los viajes que realizo con Alberto. Y cada uno de ellos, me los llevo siempre al terreno de lo personal, a las experiencias que voy acumulando y que me hacen crecer como novelista, como contadora de historias, como mujer, como persona.
Con la sana y auténtica curiosidad de rastreadora que reside en mí desde niña, en mi vida apasionante junto a mi amor, sigo y descubro los rastros de migas de pan que una mano indulgente, ―llamadla destino, universo o equis―, ha depositado bajo el follaje, entre ruinas, en los escombros, o fuera del foco de atención. ¡Cuántas veces son ya, las que gracias a esas migas, he descubierto un autor, una obra, un lugar, todo un mundo repleto de talento! Esos descubrimientos son para mí como pequeñas explosiones de vida, que me subyugan y me dicen al oído: «Jamás te acomodes, no des nada por sentado, pues lo mejor todavía está por llegar.» 
El ir acumulando descubrimientos que nos llenan de dicha quizás es el sino de toda una vida. Quizás nuestra historia es eso. Tal vez sólo se trata de eso. E igual, los descubrimientos se adelantan a nuestros pensamientos y a nuestros estados de ánimo. Y cuando algo te hace verdaderamente falta te llega la explosión de vida, claro está, tras haber seguido sin pereza y con ganas, el rastro de migas de pan.
Seguir los rastros de migas de pan es como ir tirando de hilos que sólo con el paso de los años descubres que pertenecen a una misma madeja. Seguir los rastros de migas de pan es hacerte a ti mismo un favor, o mejor que un favor, un descomunal regalo. Es regalarte mil vidas en una. Es destapar, atrapar y asir el gran descubrimiento que no es otro que el conocimiento, el saber.
Así pues, lectores míos, cuando encontréis una miga de pan seguid su rastro, pues éste os llevará a algo que siempre os cambiará la vida a mejor.


Besos y abrazos a tod@s. 
María Aixa Sanz