«Me despierto
preguntándome qué estoy leyendo,
qué será lo siguiente que leeré.
Me aterroriza
pensar que
se me pueda agotar la lectura.»
―Annie Dillard―
¡Ay,
los libros, el libro! Ese objeto plagado de tantísimas cualidades capaz de
contarnos tantas y diversas historias, a la vez, que nos cura el espíritu, que
nos devuelve el equilibrio, que nos sirve de tubo de escape, y que de alguna
forma nos salva.
Si la vida fuese perfecta no serían necesarios ni los
médicos ni nosotros los contadores de historias, pues si unos se ocupan del cuerpo, los otros del espíritu. Si la vida fuese perfecta no
tendríamos la necesidad ni de fármacos, ni de libros, ni barandillas, si la
vida fuese perfecta no tendríamos miedo a caer. Incluso le encontraríamos
cierto encanto. Pero mientras tanto y sin miedo a los efectos secundarios no
nos queda otra que seguir agarrándonos a nuestros subterfugios particulares, o
sea, a las barandillas del siglo XXI.
Besos y abrazos a tod@s.
María Aixa Sanz