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martes, 28 de enero de 2020

RECIBIR UNA CARTA. VOZ


Berlín, 28 de enero de 2020


El cielo del invierno berlinés me sonríe o quizás soy yo quien le sonríe a él. Acabo de llegar a la oficina. He sentido urgencia de ti, de escribirte, de hablarte de nosotros. Al mediodía te enviaré mis palabras tras rematar los detalles de las piezas de hoy, pero eso será después,  ahora te escribo sentado, concentrado, deteniéndome en ti, en esa fuerza leal de amor que eres para mí, en esa energía vital. Mi confianza crece, no albergo ninguna duda sobre nosotros. Sé que son menos los días que faltan para tenerte de nuevo conmigo. Sé que son pocas las horas que restan para que deposite con mi boca y mis labios en tu oído las tres palabras en alemán que destruyen tu voluntad y te dan la vida. Con mi voz cambio el sino de tus días, querida mía. Mi voz que para ti tiene valor de ley. Mi voz que es tu hogar. Estabas de espaldas la primera vez que la oíste y una súbita alegría despreocupada, una necesidad apremiante y desconocida, invadió tu persona y tomaste conciencia de que no te detendrías hasta que no hablase para ti. Escucharla en tu oído es,  desde entonces, el  motivo por el que te levantas de la cama cada mañana ilusionada. Lo sé desde siempre,  como si lo hubiese leído en un viejo libro de historias,  sé , querida mía que lejos habitabas y al oír los ecos de mi voz resonando en tu interior decidiste caminar hacia mi. Ella te llevó hasta este hombre. La seguiste y te encontraste con la mirada intensa de mis ojos negros que iba a cambiar tu vida, y la mía también. Por eso sé que vas a regresar de un momento a otro. Oigo tus pasos en mi corazón. Pues no sólo soy, según tú, el hombre formidable que no se queda en la superficie de las cosas y que además te desternilla; la voz que define tus días; un deseo, un sueño dorado que se materializó;  no sólo somos amor; no sólo soy tu amante y tu amigo; el hombre con el que deseas envejecer; la verdad y la confianza en tu existencia; con quien ni en un solo minuto has dejado de aprender; soy algo mucho más importante que todo eso, soy quien hace que estar vivo se convierta en vivir. Querida mía demasiadas han sido las ocasiones en las que me has mostrado que ninguna vida está completa hasta que uno se dice a sí mismo: 《Ahora sí. Ahora sí estoy vivo,  y vivo》. Y, aunque a ninguno de los dos nos va lo cursi, ni bebemos en la fuente del amor romántico, decir que el uno para el otro se ha tornado en su razón para vivir, no está para nada fuera de lugar. No, no lo está. Como no lo están estas cartas de amor. Te dejo por un instante. Edito. Envío. Te amo SIEMPRE. 


El berlinés.