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miércoles, 1 de febrero de 2017

EL ALIVIO AL SOLTAR LASTRE



Hay mucho de sabiduría y elegancia, como también de honradez, y una  buena dosis de determinación y valentía en saber cuándo hay que cerrar una etapa de nuestra vida, poner el punto y final a un capítulo, pasar página. Baudelaire dijo en su día que a la lista de los derechos del ser humano se tendría que agregar el derecho a marcharse. Opinión que suscribo. Por ello, encontrar la hora y el día justos en que se decide poner fin a algo es un día épico, pues si lo hacemos bien ganaremos nuestra particular pequeña batalla de la que será un hecho sentirnos orgullosos. Cuando lo más fácil, pero también lo más engañoso, es caer en un autocomplaciente pretexto e ir posponiendo la decisión. Creo que engañarse a sí mismo, es de las peores cosas que un ser humano puede hacer contra su integridad, de ahí la importancia de escoger el momento y la forma. A menudo, ese momento se precipita después de que se haya vertido esa gota que resulta ser la última y que hace colmar el vaso de nuestra paciencia; pero, no obstante, todo viene de mucho antes de esa gota, todo estaba ahí desde mucho antes de tomar la decisión: Ese; ya no te quiero en mi vida, amor. Ya no te quiero en vida, lugar. Ya no te quiero en mi vida, amigo. Ya no te quiero en mi vida, trabajo. Ese ya no te quiero ha estado incubándose en nosotros desde a saber cuándo. Pero verbalizarlo, tomar el timón o las riendas de nuestro presente, tener la gallardía de mirarnos al espejo y decirnos esto es lo que hay y de ahora en adelante cierta persona, cierto trabajo, cierto lugar no va a formar parte de mi existencia es harina de otro costal. Sin embargo, la enormidad de ese ya no te quiero encuentra el canal para tomar forma y manifestarte, y después el alivio. Pocas cosas hay comparables al alivio que el ser humano experimenta cuando cierra un capítulo de su vida, cuando pone el punto y final a una etapa. Con la capacidad que posee el ser humano para superarse sabe que al poco llegará el olvido y mientras éste llega, nuestra vida será inundada por la ilusión; una ilusión renovada, por estrenar, abriéndose a nosotros a través de nuevas experiencias y aventuras que tendrán forma de lugar, persona o trabajo. Y eso, esa ilusión llena de vitalidad, que algunas veces da incluso vértigo, a la hora de la verdad no tiene precio, y es incomparable, es un marco demasiado hermoso para no querer disfrutarlo y saber que el punto y final que acabamos de poner ha sido la mejor decisión que hemos tomado en mucho tiempo. Puesto que cuando algo es una rémora, un lastre, es porque hemos dejado de creer en ello, hemos perdido la fe en esa persona, en ese lugar, en ese trabajo, y entonces sólo tenemos una opción que es soltarlo. Se acometa con más o menos elegancia solo nos queda una opción: soltar lastre. Ya que vivir, no se trata de tan solo vivir sino de sobrevivir, y para sobrevivir hay que salvarse a uno mismo y para salvarse hay que ir soltando todo aquello en lo que ya no creemos para dejar espacio a  lo nuevo que nos ha de llegar. Pues seguro nos llega. Ya que el mundo es un lugar plagado de posibilidades. Eso es algo que jamás se debe olvidar, y como dice Bryant McGill: «Tu futuro empieza siempre con tu próximo pensamiento.» De modo que aprovechémonos de nuestra capacidad de discernir y cribar entre lo bueno y lo malo que hay en nuestro existir. Confiad en vosotros mismos, confiemos en nosotros y en nuestro instinto. Puesto que el instinto nunca falla. 


Besos y abrazos a tod@s. 
María Aixa Sanz