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miércoles, 30 de diciembre de 2020

UN PIJAMA AZUL PARA DOS ~ Epistolario del 21 ✒📮


Mi querida Priscila:

¿Cómo estás? ¿Cómo estáis? Te escribo para atenuar la tristeza de estar tanto tiempo sin abrazarte, sin abrazaros, sin abrazarnos, sin poder pasear por la calle central de Dawson City con la algarabía en el instinto de los antiguos buscadores de oro. De manera que acabo el año pluma en mano en este penúltimo día, teniendo cada vez menos dudas de que lo único que desea el Universo para mí es verme de esta forma: engarzando una palabra tras otra, contando historias, en definitiva,  sentada escribiendo bajo la atenta mirada de mi amado amor. Recordaras que mi aventura como chef fue exprés, sonrío resignada. Fueron siete meses dichosos antes de volar literalmente por los aires, vuelvo a sonreír, mi querida Priscila. Siempre recordaré esa época como un tiempo feliz en el que la fortuna me miró a los ojos de hito a hito, me sucede lo mismo con esos meses como cuando recuerdo el largo verano que pasé con el hombre al que amo en Portugal, aquellos meses de sol y alberca envueltos en una luna de miel impregnada de fados y de amor del bueno en los que a los dos la fortuna nos miró a los ojos de hito a hito y fuimos inesperadamente más felices de lo que pretendíamos ser. Sé, mi querida Priscila,  que jamás voy a volver a cocinar a aquel nivel. Eso no va a volver a suceder. En el fondo no me importa demasiado, al fin y al cabo, mi oficio es el de contar historias. En cambio, lo de Portugal, no fue tan efímero como mis malabares entre fogones pues el hombre que me ama está a mi lado. No hemos regresado a Portugal pero otras lunas de mieles nos han abrazado en Berlín, en Múnich, en el Valle del Silencio, y, por supuesto, en nuestro hogar en Manitoba. Lo nuestro es un idilio sin secretos que viene de años ha. Permíteme el chascarrillo de que incluso hasta Santa lo tuvo muy presente en esta Navidad dejando en el cesto de ratán bajo la supervisión de Don Farol un regalo muy significativo. El hombre que me ama lleva soportando con complacencia y sonrisa seductora desde siempre que me adueñe sin permiso de sus camisas y de la parte superior de su pijama y Santa que es muy dado a los regalos certeros y pertinentes nos regaló el mismo pijama azul para los dos, concretamente, en formato pijama para él y camisón para a mí. Con sinceridad te digo que me hizo tremenda ilusión. Te escribo todo esto a colación de la pregunta de tu última carta a raíz de haber visto la película ‘A beautiful day in the neighborhood’, de la que también yo he disfrutado en una de estas noches de Navidad. Me preguntabas cuánto hay en nosotros y en nuestro carácter de las personas que nos han amado y aman. Casi todo, te respondo. Si somos fruto de todo lo que nos pasa, de lo que vivimos y sentimos, qué decir del amor que nos es concedido. Soy muy consciente de que la María que hoy te escribe sería muy distinta de no ser amada por quien me ama, ese hombre amante, amador, honesto, natural sin artificios, vengativo, trabajador, elegante, sabio, brusco, alto, impetuoso, maestro, creyente, curioso, silencioso, estratega, divertido, celoso, tranquilo, ganador siempre ganador, fiel a los rizos morenos, elevado, sexual y guapo, muy guapo, biblia en mano, como escudo o talismán. Sí, sería muy distinta, tanto que a veces me cuesta recordar quién era antes de él. Mi querida Priscila, te escribo en otro rato pues me hago cargo de que el año toca a su fin en unas horas y debes de tener muchas tareas entre manos.

Te deseo una buena caminata para la mañana del uno. Pienso como tú que comenzar el 2021 de ese modo será un magnífico inicio.

Luz e ilusión.

María Aixa Sanz

(La Madriguera, 30 de Diciembre de 2020)