«Vivir
no es sólo existir, sino existir y crear,
saber gozar y sufrir y no dormir sin
soñar.»
—Gregorio Marañon—
Pongo música suave: jazz.
Y me dejo llevar para crear mundos de la nada en algunas tardes de asueto,
tardes de esas: distendidas, relajadas, sin horarios, sin prisas. Lo hago con
todos los sentidos abiertos y con la emoción de no saber qué va a salir de mí.
De la misma forma puede ser un collage o una carta escrita expresamente para
alguien muy especial o un artículo en el que desarrollo un pensamiento que vaga
desde hace días por mi cabeza. Soy una persona de ocios tranquilos donde o bien
disfruto del espectáculo que es la naturaleza o de la creación que en principio
no lleva consigo ninguna intención, ningún objetivo concreto, salvo el de
proporcionarme bienestar. Dicen que la creatividad es la inteligencia
divirtiéndose. Y lo es. Por ejemplo: elaborar collages me destensa. Tener sobre
la mesa un papel en blanco e ir pegando al libre al albedrío en él trocitos de
otros materiales con diversas imágenes con el fin de formar una composición me
relaja. Como también me relaja escribirle una carta personal a alguien a quien
conozco muy bien, pues pocas cosas hay tan hermosas como trasladarle tu hoy a
otra persona con el suave balanceo de los sentimientos que te invaden al
escribir desde la verdad y desde la confianza. Y qué decir de ir desarrollando
un pensamiento que vagabundeaba por tu mente, buscando asilo o una ventana para
ver la luz, y tornarlo artículo. Siempre me ha dado una enorme tranquilidad el
ir colocando una palabra tras otra, hasta formar con un orden exacto, un texto
transmisor. El hecho es que ordenar palabras para construir un artículo, el
dejarme llevar en una carta mostrándole mi corazón a otro ser o el componer una
imagen en forma de collage, solo por el placer de elaborar algo que hasta ese
momento no existía, me vacía la mente de las cosas que no quiero que estén en
ella. Así que dejar que mi inteligencia se divierta, —creando—, es algo muy
parecido a caminar contra el viento. Ése que primero te vacía, luego te limpia,
para seguidamente avivar todo lo positivo que hay en ti. De tal manera que la mayoría de las veces me gustaría quedarme a vivir durante días en esas
tardes de asueto de tan sanamente liberadoras como son. Y vosotros, lectores míos, ¿de qué modo os liberáis de lo que en
verdad os estorba, os molesta, os fastidia? ¿Cuál es vuestra forma de caminar
contra el viento?
Besos y abrazos a tod@s.
María Aixa Sanz