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lunes, 30 de octubre de 2017

CAMINAR CONTRA EL VIENTO



«Vivir no es sólo existir, sino existir y crear, 
saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar.» 
—Gregorio Marañon—


Pongo música suave: jazz. Y me dejo llevar para crear mundos de la nada en algunas tardes de asueto, tardes de esas: distendidas, relajadas, sin horarios, sin prisas. Lo hago con todos los sentidos abiertos y con la emoción de no saber qué va a salir de mí. De la misma forma puede ser un collage o una carta escrita expresamente para alguien muy especial o un artículo en el que desarrollo un pensamiento que vaga desde hace días por mi cabeza. Soy una persona de ocios tranquilos donde o bien disfruto del espectáculo que es la naturaleza o de la creación que en principio no lleva consigo ninguna intención, ningún objetivo concreto, salvo el de proporcionarme bienestar. Dicen que la creatividad es la inteligencia divirtiéndose. Y lo es. Por ejemplo: elaborar collages me destensa. Tener sobre la mesa un papel en blanco e ir pegando al libre al albedrío en él trocitos de otros materiales con diversas imágenes con el fin de formar una composición me relaja. Como también me relaja escribirle una carta personal a alguien a quien conozco muy bien, pues pocas cosas hay tan hermosas como trasladarle tu hoy a otra persona con el suave balanceo de los sentimientos que te invaden al escribir desde la verdad y desde la confianza. Y qué decir de ir desarrollando un pensamiento que vagabundeaba por tu mente, buscando asilo o una ventana para ver la luz, y tornarlo artículo. Siempre me ha dado una enorme tranquilidad el ir colocando una palabra tras otra, hasta formar con un orden exacto, un texto transmisor. El hecho es que ordenar palabras para construir un artículo, el dejarme llevar en una carta mostrándole mi corazón a otro ser o el componer una imagen en forma de collage, solo por el placer de elaborar algo que hasta ese momento no existía, me vacía la mente de las cosas que no quiero que estén en ella. Así que dejar que mi inteligencia se divierta, —creando—, es algo muy parecido a caminar contra el viento. Ése que primero te vacía, luego te limpia, para seguidamente avivar todo lo positivo que hay en ti. De tal manera que la mayoría de las veces me gustaría quedarme a vivir durante días en esas tardes de asueto de tan sanamente liberadoras como son. Y vosotros, lectores míos, ¿de qué modo os liberáis de lo que en verdad os estorba, os molesta, os fastidia? ¿Cuál es vuestra forma de caminar contra el viento?


Besos y abrazos a tod@s.
María Aixa Sanz