Somos almas libres, solitarias,
melancólicas, caóticas, alegres, que andamos por el mundo unas veces con más
acierto otras con menos. Intentando vivir una existencia lo más acorde posible
a nuestro yo. Ello, no es óbice, para que en esa hora de la noche en el que el
silencio es el todo, nuestros temores, nuestros fantasmas, nuestros miedos
tomen cuerpo y se paseen a nuestro alrededor. Engañarnos a nosotros mismos en
esa hora es imposible, puesto que la noche es la hora del examen y cada uno
debe afrontar su realidad. Probablemente en ese instante, en esa quietud, te das cuenta que en cierto modo vas por el mundo con las manos vacías,
te das cuenta que no estás completo, que algo te falta o te falla, y que la
vida no debería ser sólo eso. Pero amanece y sigues caminando como si nada,
puesto que la rutina con la intensidad de la época en que nos ha tocado vivir es capaz
de borrarlo todo, hasta nuestro yo más sincero. Sin embargo, llega un día en
que te das cuenta que todo fluye y que la vida tiene su propio guión; y sin
esperarlo llega a ti el GRAN REGALO, lo más bello, esa alma gemela a la que se
admira y se adora y con la que te sientes tranquila, afortunada y completa; y por la que todo vale la pena.
Entonces tomas conciencia de que ya nunca más serás sólo un alma libre,
solitaria, melancólica, caótica, alegre que anda por el mundo con más o menos
acierto. Desde ese día sabes que vivir es increíble. Sabes que sabiendo a quién amas, siempre sabrás exactamente quién eres. Sabes que ha empezado tu pequeña revolución.
¡Ojalá encontréis vuestra alma gemela!
Besos y abrazos a
tod@s.
María Aixa Sanz.