Cambiar es bueno. La
experiencia de la vida te lleva entre otras muchas cosas a saber que cambiar es
bueno, que cuando un cambio se plantea en tu vida debes cambiar siempre. Puesto
que en el momento en que te lo planteas aunque solo sea unos segundos es porque
no estás ni a gusto ni comprometido al 100 % con el objeto de cambio, sino ni
siquiera te hubieses percatado de que tenías delante la posibilidad de cambiar.
Cuando me refiero a objeto de cambio, lo hago de cualquier objeto de cambio, da
igual cual sea, sea el que sea. (Ciudad, hábito, trabajo, música, amistades, corte de pelo, firma, pareja, deporte, ocio, aficiones, etc.)
Sí, cambiar es
bueno. Y cuando se presenta un cambio uno tiene que cambiar siempre. Podéis
pensar que la mayoría de las veces cambiar da miedo, ese no saber qué te
deparara lo nuevo, pero la realidad es que una vez efectuado el cambio y
pasadas las primeras semanas de desubicación, uno se levanta una mañana y
siente algo muy parecido a la libertad, incluso a la ligereza. Se da cuenta de que
se siente ligero como hacía tiempo que no se sentía, también se encuentra
contento, diría yo que incluso eufórico porque tiene la sensación de que las
paredes del mundo se han ensanchado. Puesto que uno con el cambio ya vuelve a
respirar y respira mejor, y también porque el alivio es notable hasta no pensar
ni un solo instante en lo que dejó atrás. Al cambiar se asume lo que el cuerpo te estaba reclamando sin ni siquiera darte del todo cuenta.
No concibo una
existencia sin cambios voluntarios, pavor me dan esas personas que se resisten
a cambiar y no aprovechan la oportunidad que la vida les da y viven toda su
vida dentro de un bucle, como si estuviesen metidos dentro de un túnel de
viento en el que no pueden ni avanzar, ni retroceder. Realizando día tras día
la misma rutina, llevando tengan veinte o cincuenta años el mismo peinado o no
saliendo de los márgenes de una misma ciudad. Incluso hay personas tan hostiles
al cambio que miran a aquel que cambia como si de pronto le hubiesen salido
cuernos en la cabeza o como si fuese poco de fiar y bastante veleta,
preguntándose de qué pasta está hecho ese ser para cometer semejante osadía,
sin darse cuenta que son ellos quienes están instalados en una absurda e
infértil forma de vida, muy parecida a la sala de espera de algo tan grave y
sin vuelta atrás como es la muerte. Porque hay algo que las personas tienden a
olvidar y es que somos mortales. No sé hasta qué punto la gente es consciente de que
de vida solo hay una. Ojalá pudiésemos vivir varias vidas para cada una vivirla
de una forma, pero no se nos ha concedido esa dicha. Por tanto ya que solo
tenemos una lo más provechoso es ir cerrando etapas e ir cambiando, para así
poder expandir el tiempo y poder vivir mucho más dentro del mismo plazo.
Cambiar es la única forma de que aun viviendo solo una vida el tiempo se expanda.
Además cambiar es evolucionar. Es ir conociendo otras facetas, otros mundos
tanto interiores como exteriores. Cambiar es avanzar. O como dice Alberto: «Todo
suma, nada resta para poder avanzar. Y vivir no es otra cosa que sentir y
avanzar.»
Besos y abrazos a
tod@s.
María Aixa Sanz.