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miércoles, 6 de abril de 2016

CAMBIAR


Cambiar es bueno. La experiencia de la vida te lleva entre otras muchas cosas a saber que cambiar es bueno, que cuando un cambio se plantea en tu vida debes cambiar siempre. Puesto que en el momento en que te lo planteas aunque solo sea unos segundos es porque no estás ni a gusto ni comprometido al 100 % con el objeto de cambio, sino ni siquiera te hubieses percatado de que tenías delante la posibilidad de cambiar. Cuando me refiero a objeto de cambio, lo hago de cualquier objeto de cambio, da igual cual sea, sea el que sea. (Ciudad, hábito, trabajo, música, amistades, corte de pelo, firma, pareja, deporte, ocio, aficiones, etc.)
Sí, cambiar es bueno. Y cuando se presenta un cambio uno tiene que cambiar siempre. Podéis pensar que la mayoría de las veces cambiar da miedo, ese no saber qué te deparara lo nuevo, pero la realidad es que una vez efectuado el cambio y pasadas las primeras semanas de desubicación, uno se levanta una mañana y siente algo muy parecido a la libertad, incluso a la ligereza. Se da cuenta de que se siente ligero como hacía tiempo que no se sentía, también se encuentra contento, diría yo que incluso eufórico porque tiene la sensación de que las paredes del mundo se han ensanchado. Puesto que uno con el cambio ya vuelve a respirar y respira mejor, y también porque el alivio es notable hasta no pensar ni un solo instante en lo que dejó atrás. Al cambiar se asume lo que el cuerpo te estaba reclamando sin ni siquiera darte del todo cuenta.
No concibo una existencia sin cambios voluntarios, pavor me dan esas personas que se resisten a cambiar y no aprovechan la oportunidad que la vida les da y viven toda su vida dentro de un bucle, como si estuviesen metidos dentro de un túnel de viento en el que no pueden ni avanzar, ni retroceder. Realizando día tras día la misma rutina, llevando tengan veinte o cincuenta años el mismo peinado o no saliendo de los márgenes de una misma ciudad. Incluso hay personas tan hostiles al cambio que miran a aquel que cambia como si de pronto le hubiesen salido cuernos en la cabeza o como si fuese poco de fiar y bastante veleta, preguntándose de qué pasta está hecho ese ser para cometer semejante osadía, sin darse cuenta que son ellos quienes están instalados en una absurda e infértil forma de vida, muy parecida a la sala de espera de algo tan grave y sin vuelta atrás como es la muerte. Porque hay algo que las personas tienden a olvidar y es que somos mortales. No sé hasta qué punto la gente es consciente de que de vida solo hay una. Ojalá pudiésemos vivir varias vidas para cada una vivirla de una forma, pero no se nos ha concedido esa dicha. Por tanto ya que solo tenemos una lo más provechoso es ir cerrando etapas e ir cambiando, para así poder expandir el tiempo y poder vivir mucho más dentro del mismo plazo. Cambiar es la única forma de que aun viviendo solo una vida el tiempo se expanda. Además cambiar es evolucionar. Es ir conociendo otras facetas, otros mundos tanto interiores como exteriores. Cambiar es avanzar. O como dice Alberto: «Todo suma, nada resta para poder avanzar. Y vivir no es otra cosa que sentir y avanzar.»



Besos y abrazos a tod@s.
María Aixa Sanz.