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lunes, 7 de marzo de 2022

7 de Marzo ~ Diario natural 🌳🍃🍀🌾


Me quedo quieta. Marzo con su llegada borrará las temperaturas bajo cero. Y, al menos, el camino no tendrá esa dureza cruel. Los últimos dos meses han sido de caminar o morir. No me quejo. Todo lo contrario. Agradecida y bendecida me sé. De poder. Me quedo quieta. Sentada en mi sillón de ratán preferido, del mismo estilo que los que Karen Blixen tenía en el porche de su granja en África. Cuando necesito hacer un alto en la rutina me quedo quieta, absolutamente quieta, mirando el cielo, los pájaros, la porción de naturaleza que se ve desde el porche de La Madriguera. Respiro, miro, observo, mis pensamientos se relajan, y yo, también. Imposible que una queja salga de mi boca, ni que tome forma en mi mente. 《Tengo todo esto. Mi verdadero hogar, mi gran placer. También el camino y caminar. Y, por supuesto, (siempre) el oficio de contar》, me digo sin decir. Louisa May Alcott, escribió en su diario, el día de año nuevo de 1868: “Estoy en mi cuartito, pasando días felices y ajetreados, porque tengo silencio, libertad, suficiente trabajo y fuerza para realizarlo”. Sin faltar a la verdad, podría muy bien emularla y escribir ahora mismo (en la entrada de hoy) en este diario unas palabras semejantes con el mismo sentir y ciento cincuenta y cuatro años de diferencia. Estoy en La Madriguera, viviendo días felices y ajetreados, porque tengo silencio, libertad, suficiente trabajo y,  gracias a Dios, fuerza para realizarlo. Este mes de marzo he pensado en volcarme más en mis diarios. No deseo perder ripio en ellos de la primavera que está por llegar, ni tampoco, de los últimos coletazos del invierno. La necesidad de escribir, de contar, a tiempo completo conmigo. Pegadita a mí. Rondándome, como enamorado. Escritoras y sus diarios. Contadoras de historias y su verdad sin ficciones. Realmente, atrapa poder ser una misma. Mostrarse al natural. Dejar de lado la imaginación y el dar personalidad, voz y patrón a unos personajes e hilo a una narración. Escribir diarios es mucho menos divertido e interesante que novelar, pero sí que es más sincero y relajado. Siendo muy consciente de que escribir cada una de mis novelas ha sido la aventura más maravillosa de mi existencia, y lo que cada una me regaló con su publicación, fue y sigue siendo (en la actualidad) tremendamente gratificante, desconozco si volveré a escribir ficción. Es asunto que decidiré con el tiempo. No descarto nada; pues escritora, novelista, contadora de historias soy. Sin embargo, es un hecho que desde mi accidente en enero del veinte ha dejado de interesarme paulatinamente todo lo que no es real. Todo lo que no es verdad. Secuelas de caer al vacío desde tres metros de altura tras ser embestida y alzada al aire por un alce con el que tuve la mala suerte de cruzarme en su caminar. La gente corriente se cae por las escaleras, la glamurosa en la alfombra roja. Yo, no. Lo mío fue un accidente bestial, natural. Celebro cada día no haber perdido la vida. Un golpe en la cabeza en cualquier roca y se acabo. No hay amanecer en que no de gracias a mi Dios por estar. Y el resto, las lesiones, con trabajo y disciplina, van superándose; o, en su defecto, vas amoldándote con paciencia y resignación a las secuelas, asumiéndolas como parte de ti. Lo bueno de las secuelas es que no todas son negativas. El enorme aprendizaje, el cambio a un carácter más sereno, la distinta forma de entender la existencia, la necesidad de no querer perder el tiempo, la pasión por sentirme viva en la vida viva, por ejemplo, son secuelas que son bendición. Y, entre todas ellas, entre las buenas y las malas, entre las vigorizantes y las dolorosas, está ese apartarme de la ficción no sólo como escritora también como lectora. No deseo evadirme, hoy por hoy, deseo realidad de la mañana a la noche, de la noche a la mañana. Y así, así, de ese modo y de esa manera, con orgullo, esfuerzo, mérito y olvido vivir mi vida de fe y esplendor en La Madriguera, en el lugar que verdaderamente me importa, todo lo próxima que pueda a la esencia primigenia de lo que realmente es valioso y sustancial. Y, cuando, en una hora como en esta rescatas el párrafo de Wendell Berry que subrayaste en su día: “La fórmula para una buena vida es sencilla, y afortunadamente no pretende ser original: ve más despacio, presta atención, realiza acciones y produce cosas que merezcan la pena, quiere a tus vecinos, ama tu hogar, no te alejes demasiado de él, confórmate con menos, disfrútalo más”; y suscribes, una a una, cada una de sus palabras, no como concepto ni como utopía, sino como lo que llevas haciendo desde hace dos larguísimos años, entiendes que jamás vas a volver a ser la que eras antes de que te cruzases en el caminar de un alce; antes de que la vida salvaje decidiese por ti y limitara tu futuro; antes de que comprendieses como nunca antes que si no fueses hija de Dios, de su amor, de su bendición, no existirías; que si él no tuviera un propósito para ti no estarías ahora mismo escribiendo tu propia historia. Puesto que sí, la realidad siempre supera la ficción. No es un mito ni una leyenda. Es la realidad. Y, la realidad pura y dura, sin artificios, para quien cuenta historias pertenece a los diarios.  


María Aixa Sanz 

(La Madriguera, 7 de Marzo de 2022 )