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lunes, 11 de octubre de 2021

11 de Octubre ~ Diario natural 🌳🍃🍀🌾


Con decisión llegó el otoño. El alboroto de los pájaros más que su trinar me lo anunció un día antes. Su juego, su desternille, su perseguirse de pronto fue otro. Esa misma tarde en que con el amanecer se dejó barruntar el otoño, cayó una lluvia fina. La última del verano. La observé desde el porche y cuando cesó (con los ojos fijos en las colinas de Ngong) vi dibujarse para desdibujarse minutos después un arcoíris que ascendía limpio como una escalera hacia el exterior del planeta. Al día siguiente la temperatura bajó. Me fijé en la mínima. La mínima siempre es la que marca la diferencia. Y tras ese enfriarse el cuerpo en el camino y despejarse la mente, advertí la sucesión de vibraciones que a mi paso como sacudidas me vestían amorosamente con ropajes otoñales. La naturaleza grita y si atiendes, te cuenta. Todo en ella nos ampara para que seamos quienes en verdad somos. En mitad de ese todo supe que me sentía como me había sentido horas antes. Exactamente igual. Viva como nunca. Serena como jamás. Indisociable en extremo de lo natural. La tarde anterior había observado con deleite, incluso, con goce infantil aquel arcoíris que me hizo sonreír satisfecha; y en ese instante, en mitad de la pradera volvía a sonreír del mismo modo. Hoy, unas jornadas después de ese día equis del calendario (al abrigo de La Madriguera en el diario natural) intento contarme a mí misma qué es lo que vi, con tanta claridad en esa tarde y en esa mañana, para sonreír de aquella forma tan particular. Pues, fue mi corazón quien en realidad sonrió. Recuerdo que reparé como nunca antes en que hasta el último de mis átomos pertenece al mundo natural. Entendí que para mí jamás existirán catedrales más gloriosas, esculturas más definidas, ni cuadros más admirables que la naturaleza. Supe que a cada hora que pasa pierdo el interés por las plazas de las ciudades y las avenidas de los pueblos y por lo que en ellas sucede. Y lo más significativo es que no me importa la pérdida. Así que me pregunto al calor del recuerdo: ¿Cuándo he dejado de escuchar el runrún de las gentes? ¿Desde cuándo intuyo o sé que no formo parte del asfalto? ¿A partir de qué día encontrar una conexión con algo que se aleje de la naturaleza me supone un esfuerzo tan considerable que no compensa el tiempo a invertir? ¿Desde cuándo no soy la que era, y sin embargo, mi vida es más plena y yo conscientemente más feliz? La respuesta a todas las preguntas viene sola, la oigo llegar, se abre paso con la diligencia del botones que lleva recado en mano, junto a golosa propina: 《Desde que no atiendo》. Mi escritura se detiene. Sé que desde hace mucho no atiendo a lo que no soy yo. La parte servicial de mí se subleva. 《Explícate》, me indica, picajosa. 《Expláyate》, protesta, pesada. Irreverente, callo. No deseo añadir nada más. Ni contestarle otra cosa, ni extenderme, ni explicarme. Sonrío, irónica. 《Desde que no atiendo》 , repito de nuevo. Y, seguidamente, me levanto, cojo la manta y me dirijo al porche. El cuaderno se queda abierto sobre la mesa en el interior. Las páginas garabateadas saben esperar, al contrario de las blancas. Miro la pared. Tengo pendiente comprar una pizarra de fieltro negro con letras magnéticas doradas. De tenerla, escribiría frases en ella que permanecerían colgadas como funambulista sin red durante semanas hasta cambiarlas por otras. Frases que serían pensamientos, por ejemplo, de Gretel Ehrlich, o versículos de la Biblia. Imaginariamente, de pronto, me pongo en pie y me sitúo frente al inexistente tablón. Vuelco el saquito contenedor de letras sobre la mesa y  mis dedos escogen, mi mano construye. La pizarra es ocupada, mi sonrisa aflora: 《Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Isaías 26:3》. Y, la tarde, en un tris se deshace en la noche conmigo dentro afuera en el exterior; mientras la luz de La Madriguera, a mi espalda, recoge como un guante la voz de Alberto que me llama. 《Yo quiero ser ese guante》, le digo al cielo, y entro. 



María Aixa Sanz 

(La Madriguera, 11 de Octubre de 2021 )