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domingo, 14 de febrero de 2021

TAZAS DE TÉ ~ Objetos del 21 ❤

Deposito la mirada en la hermosa taza y platito de Ceilán, ambos elevados a lo trascendente no sólo por una calidad que te deja boquiabierta, también por su elegante greca de un precioso color azul vaquero, familiar y honesto. La sopeso y mi vista se pierde en las rosas de Asia que recorren toda su circunferencia. Bebo de ella y al beber y sentir el sabor de la infusión en mi paladar, y abrir los ojos de nuevo, percibo en esa greca una historia de aventuras y un barco surcando los mares. Sé que muy bien podría tratarse del Océano Índico, al fin y al cabo, estas tazas pertenecen alguna vajilla (inspirada en lo exótico de la fauna y flora de esa parte del mundo) que alguna colona británica tuvo en su mesa en la isla de Ceilán. 《De mesa en mesa, y tiro porque me toca; y ahora me toca tenerlas a mí 》, me digo a mí misma, sin darme cuenta de que hablo en voz alta. 《Un dólar de plata por tus pensamientos, muchacha》, me dice Alberto. Habla como quien ha nacido en un western. Sabe que esa forma de hablar tan suya que a veces adopta para dirigirse a mí, pero también a los otros, me entusiasma. 《Pienso en cómo habrán llegado hasta aquí, si vinieron en la panza de un barco mercante cargado de canela, té, café, caucho o cocos》, le respondo. 《Imagino al tenerlas en mis manos que es el año 1821 y al comprobar el poder que emanan, dado su belleza y robustez, lo segura que se siente su propietaria en Ceilán cuando toma su té en ellas, para pensar en la mujer que un día fue en Gran Bretaña y preguntarse sin temblarle el pulso cuántos lazos ha roto y cuántos ha creado con sus propios hilos para ser quien es en ese momento, cuánta distancia no sólo física sino también afectiva ha hecho falta para convertirse en la mujer que es.  Y muy probablemente en ese repensar, se da cuenta de que todo en la vida son viajes y que al final resulta ser que lo verdaderamente importante del viaje es el viaje en sí, y que los objetivos que con él se pretenden alcanzar son circunstanciales siempre. Seguramente comprende sentada tras las contraventanas cerradas (que impiden que a ciertas horas del día entre el calor asfixiante y la humedad cruel de la isla) que en el transcurso del viaje la evolución ha estado dentro de ella desde la primera hora. En su caso desde el momento en que decidió cumplir el mandato no escrito de acompañar al marido a una colonia extranjera. Se dice: que aun sabiendo lo que sabe de volver a los inicios estaría más atenta, tendría los ojos más abiertos, lo observaría todo desde otros ángulos y se obligaría a tener los sentidos alertas. Acaba de resolver, como quién por fin descifra un enigma, que es en el viaje donde está la transformación. No adónde realmente se llega o adónde se pretende llegar al partir. "Es decir, somos quien somos por haber hecho el viaje", musita en voz alta. Si el resultado te gusta o no, ese es otro asunto; piensa unos minutos antes de espabilarse, alisarse la falda del vestido, pellizcarse los carrillos y volver a la rutina de ser la esposa de》, le cuento a Alberto mientras rozo con mis dedos sus manos que permanecen inmóviles sobre el mantel. Amo esas manos.《¿Entonces estas tazas representan la evolución personal?》, me pregunta. 《Sí》, le contesto y le miro a los ojos. Seguidamente me levanto de la mesa y al pasar por detrás del hombre al que amo y me ama le beso la coronilla. Sé (sin verle el rostro) que sonríe. Me afano en recoger la cocina. Hemos disfrutado a la luz de las velas de una espléndida comida de San Valentín en La Madriguera y las horas han volado y la noche está a punto de caer. Minutos después entra en la cocina cargando con las dos tazas, presto a con mimo lavarlas, enjugarlas y secarlas. Sé que las va a cuidar con ese aire distraído que tienen los hombres seguros de sí mismos. Sé que las va a cuidar porque son importantes para mí. Me quedo contemplándole. Él es el mejor de mis viajes, me digo. Y vuelve a decirme: 《Un dólar de plata por tus pensamientos, muchacha.》


María Aixa Sanz 

(La Madriguera, 14  de Febrero de 2021 )